CURRICULUM

30 oct 2013

Mirando google, me encontré con esta nota que me gusto mucho y quise compartirla con ustedes.


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Gustavo Villareal es vecino de Morón, provincia de Buenos Aires. Podría pasar como un vecino cualquiera, pero él tiene una historia que merece ser conocida. Llegar hasta su casa es una oportunidad para disfrutar de su cordialidad y la de Claudia, su esposa.

“Yo empecé a nadar de chico, en el club Morón. Mi papá jugaba a las bochas, así que me dejaba en la pileta y se iba a jugar. Al tiempo comencé a competir para el club. De más grande trabajé como guardavidas en el camping Santa Rita de Merlo, eso me decidió a tomar el curso de guardavidas profesional. Mientras lo estaba haciendo sufrí el accidente con la moto”.

El accidente al que se refiere ocurrió cuando Gustavo tenía 21 años, en él perdió la parte inferior de su pierna izquierda. Este hecho traumático interrumpió mucho más que un curso, fue un cachetazo del que le costaría mucho reponerse. A esto se sumaba el hecho de haber perdido a su madre seis meses antes. El resultado fue una depresión que lo dejó tirado en la cama y que terminó por conducirlo a las drogas y el alcohol. “La soledad hizo todo aún más difícil, mi vida fue un infierno” sintetiza.

“La realidad es que no estaba preparado para aceptar una discapacidad. Quizás fue un camino que tuve que transitar para poder hoy aceptar todo esto, fue a través de mi recuperación del alcohol y las drogas donde yo recién comprendí mis capacidades diferentes”.

Fueron varios años de esa vida, 18 para ser exactos, hasta que conoció a Claudia y algo le hizo un click en la cabeza y el corazón. “La droga o yo” fue el ultimátum de su mujer y Gustavo se decidió a cambiar.

“Yo ya iba a una psicóloga, pero salía de ahí y me iba comprar… en el año 2000 me pude hacer cargo de que estaba enfermo y necesitaba ayuda. Mi psicóloga me derivó a una comunidad terapéutica donde estuve internado tres meses y después seguí con el tratamiento ambulatorio. El apoyo de Claudia fue fundamental, yo estaba convencido de que quería dejar de drogarme pero necesitaba saber cómo. Cuesta mucho salir.”

En el 2002 Gustavo fue dado de alta: “de las cien personas que estábamos en tratamiento nos fuimos de alta cuatro” aclara para ilustrar lo complicado que es superar la adicción.

Su lucha no terminó ahí, todavía estaba el cigarrillo, “fumaba más de dos atados por día, es terrible lo que cuesta largarlo. Me costó más trabajo dejar de fumar que dejar las drogas”. Una noche de 2004, cuando se despertó casi sin poder respirar, estiró la mano para encender uno. En ese momento tomó la decisión de dejarlo y, una vez más, Claudia lo acompañó dejando también ella el cigarrillo.

Ese mismo año volvió a nadar.

“Cuando dejé de fumar sentí que tenía ganas de hacer un deporte y me acordé de la natación. Durante la depresión que tuve había intentado nadar, pero no me sentí cómodo, no aceptaba mi discapacidad. Fue todo un proceso el que me permitió elaborarlo y lograr nuevamente sentirme a gusto en el agua”.

Gustavo retomó la actividad en el Club Argentino de Castelar, pasó por la Universidad de La Matanza y actualmente entrena en el CENARD. Compite habitualmente en el Campeonato Argentino de Masters, nada tanto en piletas como en aguas abiertas. Su presencia en el mundo de la natación resulta inspiradora para muchas personas: “cuando participo de aguas abiertas y salgo saltando o ayudado por los brazos de alguien, el aplauso siempre está presente y a mí me llena infinitamente”. Además logró que se incluya la categoría paraolímpica en distintos circuitos, lo que permite que se vayan sumando nadadores con capacidades especiales y el deporte sirva como ámbito de integración social.

La natación no es un pasatiempo para Gustavo, dedica muchas horas a entrenar y competir, no lo hace sólo para él sino también como un aporte para una sociedad mejor. Todos los 24 de marzo, en Mar del Palta, se realiza un evento que reúne a mucha gente con ganas de ayudar: “Acompañen a Gustavo por el no a las drogas, al tabaco y al alcohol”, allí cada nadador que se suma colabora llevando pañales o alimentos no perecederos que luego son donados al Hospital Materno Infantil de la ciudad y a Casa Paanett (una casa de día para niños y adolescentes con cáncer y sus familiares), también de Mar del Palta. Este año vino más gente que el año pasado, estuvo bárbaro. Además asistieron los directores del Hospital y de la Casa Paanett, ahí mismo le hicimos entrega de todo lo que se juntó”.

No faltan ocasiones para compartir su experiencia, “el año pasado nos invitaron de un Colegio Evangélico de Virrey del Pino- recuerda- fuimos y conté mi historia. Había un coro y después nos agasajaron con un lunch, fue un lindo encuentro”.

Gracias al apoyo económico de amigos y de la Secretaría de Deportes de la Provincia de Buenos Aires, Gustavo pudo realizar hace unos días la “Travesía del Paraná”, nadando durante 11 horas para recorrer los 70 km. de río que separan la ciudad de Rosario de San Nicolás. Fue el primer nadador con capacidades especiales que efectuó esa distancia.

Hay más desafíos, el próximo será en diciembre de este año cuando intente el cruce del Río de la Plata, desde Colonia a Punta Lara “sólo 18 argentinos completaron el cruce, yo sería el primero con capacidades diferentes”. Los retos que Gustavo asume se transforman en un claro mensaje: es posible superarse, no importa cuáles sean las limitaciones, siempre podemos más.

Entre la historia de Gustavo y sus travesías hay muchas similitudes, hubo momentos en que la corriente lo arrastró, otros en los que el cansancio y el desánimo quisieron obligarlo a claudicar,  otros en los supo redoblar el esfuerzo y salir adelante. El  recorrido continúa, siempre habrá un nuevo desafío que le exija dar lo mejor, para eso tiene un secreto que vale tanto para vida como para la natación: “lo importante es tirarse al agua y entrenar”.

 Marcelo Nardone




 

16 oct 2013

Haciendo la cola para unas radiografías.


En el día de ayer Gustavo Villarreal haciendo la fila para que le realicen una radiografía en el pie , y como siempre la gente tan "solidaria" , dando la espalda a las personas con discapacidad, para no cederle el lugar y la verdad que sentí que los demás eran los discapacitados y no mi Gus ,orgullosa de él y vergüenza del resto , así estamos perdiendo valores día a día , por eso estamos como estamos.

 


































 
Así estaba mi prótesis y mi tobillo ,Gracias a dios ahora un poco mejor.